I. ¿Cómo se escribe correctamente?

Escribir correctamente es quizá una de las cosas más complicadas. Cuando era estudiante de Filosofía me tenía que enfrentar no sólo a la hoja en blanco, también a poner lo más claro que podía las ideas de los filósofos que había revisado. Ahora que trabajo como redactor y corrector en una revista, me he dado cuenta que muchos de los colaboradores no tienen idea de cómo escribir, para ellos la lógica es como jugar a la rayuela, brincan de un lugar a otro sin necesariamente sostener una idea. Por otro lado, también me he enfrentado a aquellos que piensan que escribir es un acto reflejo y que por ello es muy fácil. ¿En verdad creen que todos pueden escribir?
A todo esto, ¿qué es escribir correctamente? Un texto correcto es aquel que corresponde con su uso contextual respecto al idioma, a los distintos casos y ámbitos de interés particular, es decir, el uso correcto del idioma es el que atañe al nivel culto-formal, independientemente de la especialidad del texto (humanidades, ciencias, artes, etcétera).
Para esto es necesario que el autor tenga presente el grado de contextualización y referencia. Lo que significa: para que todo texto funcione debe conectarse con los marcos de referencia que posee su potencial lector, por lo que los datos deben ser compartidos entre el autor y el lector. Para esto es necesario:
1) El texto debe adecuarse al entorno comunicativo en que se va a insertar.
2) Crear en el texto un conjunto de datos que permita a los lectores potenciales interpretar lo que el autor dice o escribe.
3) El texto debe estar organizado lógicamente. Para que sea coherente su estructura significativa tiene que tener una organización lógica, armonía sintáctica, semántica y pragmática entre sus partes y con un significado interpretable que permita al lector hacer las inferencias necesarias.
¿Cómo se logran las condiciones de coherencia? Hay varias cosas que ayudan, por ejemplo, el texto debe ser relevante, presuponer correctamente la información conocida, tener un tema central, argumentar de manera adecuada, así como emplear los mecanismos de enlace necesarios como son los conectores textuales, ayudarse de elementos deícticos (señalamientos que muestran como este, esa; que indican una persona como yo, ; un lugar como allí, arriba; etc.) y anafóricos, utilizar el recurso de la repetición sinonímica, elipsis, etcétera.
Otros elementos capaces de dar coherencia dependen del orden de las palabras, situación en la que se puede caer en abusos debido a que el español guarda cierta flexibilidad. Así que cada palabra debe ocupar en la oración un lugar donde preste mayor claridad. Finalmente hay que recordar que la información conocida va primero y la nueva al final de la oración.

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