Lo catastrófico del libro en México, las mediaciones

El libro en el mundo es algo que ha cambiado drásticamente desde que empezó la democratización de la escritura. Antes las personas con libros en su casa eran las mínimas, por ejemplo, en el Imperio Romano el gusto por los libros era parte sólo de cierto grupo que se movía en las esferas de poder. Hay que recordar que con los romanos se iniciaron las bibliotecas personales y los libros tomaron más fuerza como arte-objeto. Después de la Revolución Francesa se buscó educar a todas las personas, está idea empieza con al escritura misma. En México, el maestro del pueblo fue Vasconcelos.
      Actualmente, al pensar en los problemas editoriales, es decir, en las estadísticas de lectura, no podemos pasar por alto lo arriba señalado: la democratización de la escritura y del libro son muy recientes, sobre todo en México, con casi cien años de que se inició el proceso. Aunado a este punto, muchos pensamos en la industria del libro y de la lectura como algo con lo que todos deberían estar familiarizados, es decir, el ideal humanista es que muchos lean, cuando la verdad es que es imposible que lea la mayoría, es decir, que todos lean o lean mucho no es factible. Por lo tanto, es un objetivo que no tiene sentido ser propuesto como parte de la promoción a la lectura.
      Para aclarar lo dicho hay que tener en cuenta lo siguiente. En sociedades con elevada escolaridad y muy altos ingresos (Alemania, Francia, Gran Bretaña) el 30 y 35 por ciento de la gente dice que no lee y no quiere leer porque no le gusta ni le interesa. Por lo tanto, debemos pensar que el 30 por ciento de la población no va a leer.
      En México todas las mediaciones son precarias. En primer lugar están las mediaciones cercanas, familia y escuela. Los libros en esta mediación existen o no, sobre todo en la casa. Algunas encuestas señalan que en México sólo el 5 por ciento de los hogares tiene más de 50 libros. Estos datos nos dicen que en el 95 por ciento de los hogares la primer mediación, la familiar, no puede funcionar.
      En segundo lugar está la escuela, la que teóricamente tendría que compensar las deficiencias de la mediación familiar. El 40 por ciento de la población mexicana tiene estudios de primaria incompletos. Esos estudios con los que cuenta esa población, y el resto, es deficiente, sobre todo en el aprendizaje de la lectura, pilar del conocimiento humano. Es decir, la mala calidad de la educación se debe a que la pedagogía casi evita los libros, prefiere aquéllos que no parecen libros, como los libros con imágenes y recuadros y flechas de colores. Para resumir lo dicho se puede concluir que ambas mediaciones primarias son muy precarias.
     Quiero terminar esta pequeña reflexión con unas preguntas: ¿Qué podemos hacer los que leemos para mejorar la calidad educativa de un país? ¿Cómo podemos inculcar el amor a la lectura en los niños, entendiendo que no todos gustarán leer?

Los libros que elegimos y damos a nuestros hijos hablan de lo que queremos para ellos, de lo que hubiéramos querido para nosotros.
Isol

*En presente escrito está basado en la ponencia "Sin catastrofismo ni optimismo fácil" de Fernando Escalante Gonzalbo dictada en el Congreso Internacional del Mundo del Libro 2009.

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