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Mostrando entradas de noviembre, 2013

Una experiencia sobre las erratas.

Ayer leí un texto de la revista Nexos que habla sobre la relación del autor con el lenguaje y cómo descubre el plexo de las palabras desde el cambio que puede haber con una errata. En este sentido Antón Arrufat, autor del bello artículo, apunta que una errata puede incluso cambiar la fuerza de un verso y dotarlo de mayor sentido estético, pero también puede ser el dolor de cabeza del escritor. Por otro lado, es la errata, afirma Arrufat, la que nos muestra que los libros no son perfectos y que no se puede confiar en lo que ellos está escrito.       Desde mi experiencia la errata tiene un valor de entretenimiento, de placer en la revisión de un texto o en la lectura de los libros ya terminados. Una errata es el placer de encontrar una letra fuera de lugar y que a simple vista puede pasar desapercibida; de descubrir una palabra que no acompaña el sentido de la lectura; de pensar que por más quisquilloso que se quiera ser la errata siempre estará ahí, como puesta por un duente, como una

Historia de las palabras: sabiduría

En un artículo de Jaime Labastida publicado en la Revista de la Universidad del mes de octubre del presente año, el filósofo menciona que la plabra sabiduría tiene un origen heleno que en cierta manera ya no se conserva. Para empezar, los helenos llamaban a la sabiduría como sophía , la cual significaba "tener una aptiud manual; en cambio, para los latinos, la sabiduría -introducida por Ennio al latín clásico- viene de sapientia , la cual viene de la raíz sapio , - is, que significa lengua y por eso degustamos o saboreamos la comida. Y recalca que de sapio tenemos la palabra sabor.       Es interesante que la sabiduría sea una palabra que implica el hacer desde la mano, como el que sabe construir una silla, como el que sabe tocar un instrumento, pero también tenemos en la sabiduría misma la capacidad de degustar, de paladear lo que amamos.