Diccionario editorial: la tres etapas de la lectura diagnóstica

Al leer el blog de Nisaba y su entrada que habla sobre el número de lecturas que se deben hacer antes de corregir o reescribir un texto  recordé los tiempos en que trabajaba en una revista. y en donde tres personas leíamos, cada uno, los artículos de la misma para pedir los cambios antes de que el equipo de diseño empezara a vaciar el contenido y a formar la revista. Mi entonces coordinadora editorial, en su proceso editorial -y quizá temor a la errata, gazapo, error o ausencia- no conforme con la primer lectura en la que se detectaban las incrongruencias del texto o la falta de claridad, que se arreglaban con el autor, volvía a cambiar el texto, le brindaba unos ojos nuevos, en el que se hacía el mismo proceso de lectura diagnóstica o de revisión. Después, ya que se hacía una revisión de tres vueltas y donde ya se había arreglado todo con el autor, se mandaba a diseño para que continuara el proceso de edición.
        Me parece que muchas veces el temor que se tiene al momento de revisar un texto (siempre está esa maldita voz -muy socrática, por cierto- que nos dice que no leímos bien, que seguro se nos fue algo) hace que deseemos leer una y otra... (y así al infinito) el texto para dejarlo más inmaculado que la virgen, claro que para eso se necesitan milagros. Por eso me resultó interesante lo que Jacqueline Murillo se pregunta y responde:
[...] ¿cuántas lecturas deben hacerse antes de corregir o reescribir? ¿Tres? ¿Cinco? ¿Cincuenta?
La respuesta no puede ser absoluta. Cada publicación es distinta y habrá quien tenga el tiempo y los recursos para leer indefinidamente. Pero si se tiene el interés de alcanzar un proceso fluido, metódico y con una secuencia de pasos que puedan ir garantizando una edición más eficiente, la lectura diagnóstica puede reducirse a tres etapas hasta alcanzar la primera corrección de estilo.
        Como en anteriores entradas donde me baso en lo dicho por Jacqueline Murillo, lo siguiente es un resumen de lo que ella dice, y también una invitación a que sigan su blog. Para ella las tres etapas de la lectura son las siguientes:
  1. Una lectura general, de familiarización con el texto. En esta los comentarios deben ser mínimos. Ninguna corrección debe señalarse. Se puede iniciar una lista desordenada de los aspectos por corregir, según se van identificando. Esta servirá de guía para la elaboración de la hoja de estilos y para orientar los comentarios de la segunda lectura.
  2. Una lectura de marcado y comentarios. No debe ser todavía una corrección fina, pero durante esta etapa se elabora la hoja de estilos del documento y la lista de decisiones editoriales: ¿qué se unificará y por qué?, ¿qué se modificará, corregirá y por qué?, ¿cuáles son los problemas o dudas en donde será necesario pedir aclaración o criterio de especialistas?, ¿dónde se le solicita al autor reescribir o aclarar? Las marcas deben reducirse a subrayados para resaltar en dónde hay algo por corregir o intervenir, no son todavía marcas de corrección. Se elabora una lista de acciones de corrección que luego se convertirá en lista de cotejo y guía de la lectura de marcado de corrección. En esta etapa, conviene enviar el documento de vuelta a su autor o autora con el fin de solicitar su intervención en algunas zonas del texto, advertirle sobre las correcciones por realizar y obtener su aprobación para las decisiones que puedan ser críticas o polémicas.
  3. El marcado de corrección propiamente dicho. Puede hacerse de dos maneras: a) quien corrige marca para que alguien más implemente los cambios; b) se corrige el documento directamente (preferiblemente con el uso de la herramienta de seguimiento de cambios o con el uso de un código de color para mostrar la intervención del documento). Esto depende del flujo editorial de cada empresa editora.
        Después de estás tres lecturas previas, donde se tiene un diálogo con el autor y los especialistas, se lleva a cabo la primera corrección de estilo y la corrección ortotipográfica. Esto quiere decir, como comenta Jacqueline Murillo, que aquí "ya no estaremos haciendo lecturas diagnósticas: estaremos de lleno en los procesos de corrección y más cerca del final de la publicación, hasta alcanzar la corrección de pruebas".

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