Una experiencia sobre las erratas.
Ayer leí un texto de la revista Nexos que habla sobre la relación del autor con el lenguaje y cómo descubre el plexo de las palabras desde el cambio que puede haber con una errata. En este sentido Antón Arrufat, autor del bello artículo, apunta que una errata puede incluso cambiar la fuerza de un verso y dotarlo de mayor sentido estético, pero también puede ser el dolor de cabeza del escritor. Por otro lado, es la errata, afirma Arrufat, la que nos muestra que los libros no son perfectos y que no se puede confiar en lo que ellos está escrito. Desde mi experiencia la errata tiene un valor de entretenimiento, de placer en la revisión de un texto o en la lectura de los libros ya terminados. Una errata es el placer de encontrar una letra fuera de lugar y que a simple vista puede pasar desapercibida; de descubrir una palabra que no acompaña el sentido de la lectura; de pensar que por más quisquilloso que se quiera ser la errata siempre estará ahí, como puesta...