La selva del lenguaje
Últimamente estoy releyendo La selva del lenguaje de José Antonio Marina. La verdad es que es un libro que disfruto mucho. Tiene esa capacidad de reflexionar jugando con la filosofía, la psicolingüística, la lingüística y la semántica. Vaya, es un libro fácil de comprender pese a los autores que llega a cuestionar o a retomar. Incluso es un libro que enamora con la manera de la expresión y es que de verdad se le nota la pasión, la sorpresa y la maravilla por comprender cómo funciona el lenguaje. Espero pronto compartir algunas de las notas que tengo de dicho libro. Por el momento les comparto un fragmento de este libro:
Como pueden notar, el concepto que cabe en una palabra puede dirigir toda nuestra concepción de la vida. ¿Será posible modificar los conceptos que acompañan a nuestros sentimientos?
P. S. Algunas veces lo que leemos tiene ciertas coincidencias con nuestra vida. El lunes 15 de septiembre platicaba con el Sr No Quiero y con Norma López sobre una idea que me aterra y que es la constante necesidad de demandar todo el tiempo un nivel de sentimiento, llámese como se quiera, a la manera de una droga, del placer de consumir algo, o de esperar que las relaciones sean así. Me aterra porque la vida me parece que es la combinación de todos los sentimientos y que en eso reside compartirlos con alguien. Curiosamente, al día siguiente, leí la parte del texto que ahora les comparto.
El modo como una etiqueta lingüística influye en los sentimientos queda claro en un ejemplo que no he sacado de un libro de lingüística, sino de un tratado de psicoterapia. Albert Ellis sostiene, y estoy de acuerdo con él, que nuestras creencias influyen decisivamente en nuestros afectos. Considera que nuestra cultura relaciona con la expresión <> las siguientes ideas:
1) Puedes amar a una y sólo a una persona.
2) El amor verdadero dura toda la vida.
3) Los sentimientos profundos de amor aseguran un matrimonio estable y compatible.
4) El sexo sin amor no es ético ni satisfactorio. Amor y sexo siempre van juntos.
5) El amor puede utilizarse fácilmente para desarrollar y crecer en las relaciones conyugales.
6) El amor romántico es muy superior al amor conyugal, al amor de amigos, al amor no sexual y a otras clases de amor, y tu existencia será desdichada si no lo experimentas intensamente.
7) Si pierdes a una persona a la que quieres románticamente debes sentirte profundamente afligido o deprimido durante un largo tiempo y no puedes experimentar amor de nuevo de forma legítima hasta que haya finalizado el luto.
8) Es necesario percibir amor todo el tiempo para reconocer que alguien te ama.
Estas ideas se integran dentro de sentimientos complejos, creando expectativas, frustraciones, deberes, etc. Los sujetos se dicen a sí mismos (o creen implícitamente) cosas como: <>...
En el momento en que un sentimiento verosímilmente confuso queda etiquetado con la palabra <>, le transferimos todo el bloque de expectativas, previsiones, deberes que corresponde a la palabra. Es fácil comprobar hasta qué punto la situación puede resultar dramática.
Como pueden notar, el concepto que cabe en una palabra puede dirigir toda nuestra concepción de la vida. ¿Será posible modificar los conceptos que acompañan a nuestros sentimientos?
P. S. Algunas veces lo que leemos tiene ciertas coincidencias con nuestra vida. El lunes 15 de septiembre platicaba con el Sr No Quiero y con Norma López sobre una idea que me aterra y que es la constante necesidad de demandar todo el tiempo un nivel de sentimiento, llámese como se quiera, a la manera de una droga, del placer de consumir algo, o de esperar que las relaciones sean así. Me aterra porque la vida me parece que es la combinación de todos los sentimientos y que en eso reside compartirlos con alguien. Curiosamente, al día siguiente, leí la parte del texto que ahora les comparto.
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