El arte de regalar un libro
o sé si a ustedes les pasa lo que a mí, pero cuando se aproxima el cumpleaños de algún amigo que tenga el gusto compartido de la lectura, escoger el libro adecuado puede ser un verdadero calvario, más cuando pocas veces se ha visto la biblioteca personal o porque pensamos que ya lo han leído todo.
Cuando se aproximan los cumpleaños de nuestros seres queridos ciertamente es poco probable que regalemos otra cosa que no sean libros. ¿Qué otra cosa podemos regalar y que consideremos de mucho valor para los otros? Una persona que conocí decía que era absurdo que nos regaláramos entre los amigos libros, que cada año lo hacíamos y que no nos atrevíamos a cambiar eso. Sin embargo, desde mi perspectiva y la de mis amistades, que no son otra cosa sino un grupo de vampiros, un libro más no sólo es una gran inversión para nuestro librero, también para nuestro conocimiento, para nuestro deleite. Un libro nuevo por descubrir, con sus mundos, con el estilo de un autor ya conocido o de uno por conocer es sin duda el mejor regalo que podemos recibir gustosos, más cuando es un libro viejo, con su olor particular, con sus hojas amarillentas, el polvo en las solapas, los hongos, las anotaciones de sus anteriores dueños.
Además, ir a una librería buscando el libro adecuado para la persona a la que le llegará es como hacer un recorrido por un restaurante e ir probando cada platillo con la mera finalidad de descubrir el mejor. Y hago esta comparación porque siempre terminamos comprando un libro para nosotros, nunca nos podemos resistir a este gran vicio y que no tiene solución, así sólo tengamos el dinero necesario para el regalo y las comidas, siempre terminamos comprando uno más sin importar que dejaremos de comer.
Cuando estamos en la librería, el libro que regalaremos no sólo nos tiene que haber marcado a nosotros, sino también debe buscar una grata impresión a su próximo destinatario. No importa cuál sea el tema o el género, lo importante es darle la oportunidad tanto al libro como a su futuro lector de crear una comunión, de fraternizar con las palabras. Esto es lo que hace que cuando regalo un libro sea algo desconocido para el destinatario. Lo que menos quiero es terminar dándoles un autor que ya conocen. La mayor provocación que uno puede hacer es justamente así, porque es romper con la rutina, con el esquema en lecturas que hemos creado, con nuestros eternos matrimonios con los autores.
Cuando se aproximan los cumpleaños de nuestros seres queridos ciertamente es poco probable que regalemos otra cosa que no sean libros. ¿Qué otra cosa podemos regalar y que consideremos de mucho valor para los otros? Una persona que conocí decía que era absurdo que nos regaláramos entre los amigos libros, que cada año lo hacíamos y que no nos atrevíamos a cambiar eso. Sin embargo, desde mi perspectiva y la de mis amistades, que no son otra cosa sino un grupo de vampiros, un libro más no sólo es una gran inversión para nuestro librero, también para nuestro conocimiento, para nuestro deleite. Un libro nuevo por descubrir, con sus mundos, con el estilo de un autor ya conocido o de uno por conocer es sin duda el mejor regalo que podemos recibir gustosos, más cuando es un libro viejo, con su olor particular, con sus hojas amarillentas, el polvo en las solapas, los hongos, las anotaciones de sus anteriores dueños.
Además, ir a una librería buscando el libro adecuado para la persona a la que le llegará es como hacer un recorrido por un restaurante e ir probando cada platillo con la mera finalidad de descubrir el mejor. Y hago esta comparación porque siempre terminamos comprando un libro para nosotros, nunca nos podemos resistir a este gran vicio y que no tiene solución, así sólo tengamos el dinero necesario para el regalo y las comidas, siempre terminamos comprando uno más sin importar que dejaremos de comer.
Cuando estamos en la librería, el libro que regalaremos no sólo nos tiene que haber marcado a nosotros, sino también debe buscar una grata impresión a su próximo destinatario. No importa cuál sea el tema o el género, lo importante es darle la oportunidad tanto al libro como a su futuro lector de crear una comunión, de fraternizar con las palabras. Esto es lo que hace que cuando regalo un libro sea algo desconocido para el destinatario. Lo que menos quiero es terminar dándoles un autor que ya conocen. La mayor provocación que uno puede hacer es justamente así, porque es romper con la rutina, con el esquema en lecturas que hemos creado, con nuestros eternos matrimonios con los autores.
Comentarios
sangre
de
la
tarde
herida
en
la
mano
y
una
vela
de
mi
corazón
para
invitarte
y
darte
este
alma
que
viene
para
compartir
contigo
tu
bello
blog
con
un
ramillete
de
oro
y
claveles
dentro...
desde mis
HORAS ROTAS
Y AULA DE PAZ
TE SIGO TU BLOG
CON saludos de la luna al
reflejarse en el mar de la
poesía...
AFECTUOSAMENTE:
VERBORREA
ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE LOVE STORY, CABALLO, LA CONQUISTA DE AMERICA CRISOL.
José
ramón...
Con todo mi afecto,
Moi