Para los que piden prestados libros o los roban
cabo de mandar un correo a uno de mis amigos con la firme intención de que me regrese un libro, sólo espero que el mentado libro aún esté en sus manos. Quisiera pensar que lo leyó, me gustaría creer que el libro movió varias de sus fibras, pero lo dudo mucho. Debo confesar que he perdido pocos libros, uno de ellos fue cuando estudiaba en la Facultad de Filosofía, en verdad me molestó mucho que mi amiga no me regresara el libro y por eso dejé de prestar aquéllos objetos que considero parte de mí. Tengo la firme teoría de que se puede conocer a una persona por lo que hay en su biblioteca, fonoteca y videoteca. Total, ese libro de Deleuze ya nunca estará en mis manos. Lo malo es que esa experiencia no me bastó y le presté a uno de mis mejores amigos un libro titulado El abismo, de Federico Reyes Heroles. Debo confesar que ese libro me ayudó mucho a tomar una decisión radical en mi vida de pareja, de eso ya tiene cinco años y el libro tiene el mismo tiempo en posesión de mi amigo. Caray. En verdad espero conseguirlo pronto, igual que una película que presté a una amiga.
En verdad no me explico por qué la personas no te regresan lo que prestas. ¡Ah!, pero bien decía mi abuelo, nunca hay que prestar a la mujer, el dinero y los libros. Creo que esa será mi máxima, claro, con sus contadas excepciones.
Ayer leí esta inscripción que está ubicada en el monasterio de San Pedro, en Barcelona, y que aparece en el libro Corazón de tinta, y más allá de la risa que me dio leer dicha sentencia, pensé que es una lástima que ya no funcionen las cosas así. En fin, aquí les dejo la inscripción.
Para aquel que roba, o pide prestado un libro y a su dueño no lo devuelve, que se le mude en sierpe en la mano y lo desgarre. Que quede paralizado y condenados todos sus miembros. Que desfallezca de dolor, suplicando a gritos de misericordia, y que nada alivie sus sufrimientos hasta que perezca. Que los gusanos de los libros le roan las entrañas como lo hace el remordimiento que nunca cesa. Y cuando, finalmente, descienda al castigo eterno, que las llamas del infierno lo consuman para siempre.
Comentarios
"[...] oportunamente lo vio, pues le envié la videograbación (Nunca la recuperé; Stanley usa como archivo un agujero negro domesticado)"
... saludos, mi buen :)
Saludos.
Mira, al final por lo menos tuvo efecto tu entrada...
Y sí, dio frutos mi entrada.
Beso.