Del miedo y otras bondades

Mis queridos amigos, lamento mucho descuidar tanto este blog, el cual me ha dejado con muchos buenos sabores. Algunas veces me despierto pensando en que necesito actualizarlo, compartirles algo más sobre el tema de la edición, o reseñar algún libro que he leído. Pero, darse tiempo para escribir parece ser un reto. El presente texto lo escribí para el Tercer Aniversario de Noctambulante. En esa ocasión no lo leí, llevaba una pequeña guía de lo que tenía que decir. Aquí, a falta de voz, espero me presten sus ojos y rememoren las palabras que dije hace unos días.

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Del miedo y otras bondades
Por Moisés Martínez

Cuando “El Veisha” me invitó a participar en el tercer aniversario de Noctambulante para hacer una publicación de temas relacionados al género de horror y fantasía, acepté por dos motivos: el primero de ellos lo olvidé; el segundo, es por la razón… Y es que cuando apelo a la razón vienen a mi mente imágenes aterradoras. Los grandes monstruos, como dijo Goya, vienen de la razón. No es de extrañar que en el siglo donde se tenía la firme convicción de poseer esta guía redentora de la naturaleza humana, sea también donde se fortificaron los hitos de la literatura de horror y fantasía –y no hay que olvidar que bajo el asombro de la razón algunos de los enciclopedistas, como Diderot, se maravillaban ante las abominaciones de la naturaleza, similares al caso de Joseph Merrick, y pensaban que era parte del progreso humano, de la evolución de la especie–. Para cerrar la idea, es con el argumento de la razón –toda en mayúscula– que se han cometido los crímenes más grandes y se ha desnudado la naturaleza que hay en los hombres, esa dualidad del bien y del mal al más puro estilo del doctor Jekyll.
Lo que llama mi atención es que la naturaleza humana gusta de ser escondida por los grandes pensadores –con esto me refiero a muchos filósofos que gustan de relacionar al hombre más con lo divino que con el daimon– pues quién quiere aceptar que los hombres podemos ser seres malignos, perfectas máquinas asesinas; y sin embargo la historia y la literatura siempre han estado ahí para recordárnoslo, para decirnos a gritos que de quien más debemos tener miedo es del hombre, porque sólo él puede llegar a convertirse en vampiro, o en un asesino serial.
Y es que no podemos negar que el miedo es parte constitutivo de nosotros. Es el miedo, junto con muchos otros factores, lo que ha hecho que nos agrupemos, que tengamos la ciencia, que escribamos, que creemos arte…

Aquí retomo la publicación y a Noctambulante: hoy empieza un homenaje a un gran ícono del cine, Vicent Price. Un texto de notable belleza, escrito Paco de León, hace homenaje a ese gran espíritu, al hombre que supo representar histriónicamente, y de manera ejemplar mediante la voz y la mirada, los efectos que hay en nosotros producidos por el miedo.
El texto que le sigue, escrito por Alberto Chimal, es una reflexión sobre las historias de miedo que pertenecen a lo cotidiano y van al terreno de lo literario –de qué otro modo podría ser– y nos recalcan, de manera interesante, el ideal humanista del poder ser lo que se quiera, incluso hasta mismo objeto de miedo.
De las historias de miedo, y enganchados en la necesidad de explicar por qué tenemos miedo, cómo funciona nuestro cuerpo, por qué si tenemos miedo vemos la películas de terror, grosso modo, por qué gustamos tanto de la fantástico y de misterio, sigue un texto que escribió Sofía Cano, psicóloga dedicada a estos temas del funcionamiento del cerebro. Aquí, no dejo de sentir un cierto temor al ver que los mecanismos de miedo pueden ser aprovechados para generar ventas masivas, para atrapar más a las personas, buscando sólo impactar al espectador, condicionarlo ante una serie de estímulos que pueden rayar en lo absurdo.
Por este motivo, el texto que continúa la publicación es el de Enrique Barrón. Un análisis interesante entre la manipulación de la sociedad y la liberación, entre la entropía y la utopía, donde, como detalle curioso, los personajes están relacionados o se llaman John.
De la manipulación de la masa, esta alienación a la que todos pertenecemos desde diferentes puntos sociales, la figura que más la representa es la del zombi (castellanizado para sonar más escandaloso). Figura temeraria no pos sus grandes habilidades, sino porque la “bola”, como decían en la Revolución, siempre da miedo por irracional, por lo premeditado de su acción. De la historia del zombi habla Raquel Castro.
Finalmente, todo cierra con el cine incómodo, con el que no tiene nada de sentido desde el punto de vista de los críticos: el gore. José Luis Ortega nos pasa mediante una transfusión una serie de datos bastante interesantes sobre el mencionado género.
Con el gore, cine con escenas cruentas, absurdas y al parecer sin ninguna justificación, decidí cerrar la publicación del aniversario de Noctambulante. Espero que disfruten su lectura, tanto como yo disfruté hacer la edición. Y antes de que se me olvide, las ilustraciones y el diseño de portada hechos por Alejandro García se acomodaron solas al texto. Fue como si cada uno de los autores hubiera buscado ya una ilustración para su tema.

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