Pensé que era el cansancio
Seguramente les ha pasado que mientras están leyendo un leve calor empieza a recorrer su cuerpo, e inmediatamente sus párpados empiezan a tener un peso diferente -casi se convierten en piezas de plomo-, y las letras de los libros empiezan a brincar de lugar al grado de hacernos pensar que saltamos de un renglón a otro y a otro. Eso me pasó cuando estaba leyendo esta parte del libro de El amor, las mujeres y la muerte de Schopenhauer, pero para mi sorpresa los juegos de línea no eran parte del estado somnoliento en que estaba, éstas eran en verdad unas erratas.
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