Una pequeña omisión

Hace unos días un gran amigo me comentaba indignado que al elaborar una edición de álbum ilustrado había tenido problemas con la editora. Una errata del crédito del fotógrafo había sido la discordia entre la editora, la escritora y el diseñador. El descubrimiento de la omisión del nombre sucedió cuando ya el libro se estaba empastando. Para esto la amenaza del fotógrafo era inminente: demandaría si la corrección del crédito no estaba en el libro. La primera solución de la editora fue la de hacer que mi amigo reimprimiera cuatro páginas de un tiraje de tres mil. Evidentemente mi amigo se negó, el costo era mucho. Él, a su vez, le hizo una contraoferta a la editora. Finalmente, frente a los problemas que se estaban gestando entre la editora y el diseñador, ambos llegaron a un acuerdo, un movimiento bastante interesante.

Lo que quiero señalar con esta pequeña anécdota, muy familiar en el medio editorial, es que muchas veces la velocidad, la falta de personal, el suficiente detenimiento en los detalles, puede hacer que una edición tenga problemas como el arriba señalado. Desde mi experiencia, al menos en la parte de corrección y de edición, siempre se debe dudar de todo lo contenido y verificar nombres, fechas y datos muy importantes. En particular cuando solamente es una persona que está al cuidado de la edición.

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